El año de Rafinha

La pasada Supercopa de España ha puesto en evidencia que la imposibilidad de dar el alta a nuevos jugadores para cubrir las bajas sufridas ha dejado al Barça muy justito en lo que respecta a su fondo de armario. Si a esto sumamos la posibilidad de que salga Pedro con destino a la Premier, el Barça deberá afrontar su exigente calendario hasta enero con una plantilla muy limitada.

De confirmarse la baja de Pedro, el Barça únicamente tendría a dos canteranos poco fogueados como Munir y Sandro para dar descanso o cubrir las bajas de su espectacular tridente. Tampoco está muy boyante la medular en cuanto a jugadores creativos y de control. La baja de Xavi ha dejado prácticamente huérfano a Iniesta en las funciones de creación y control, y no es precisamente el manchego un jugador acostumbrado a jugar el 100% de los minutos de todos los partidos.

Ante todas estas circunstancias, surge una oportunidad sin igual para Rafinha, su polivalencia, la confianza de Luis Enrique y lo ya demostrado, especialmente en el Celta, hacen que asome como el jugador número doce y como pieza clave en el equipo culé de aquí a enero.

El pequeño de los Alcántara, eliminado Pedro, es un jugador mucho más hecho que su competencia por un puesto preferente como alternativa de la delantera culé, seguramente también es el más polivalente si tenemos en cuenta su experiencia a la hora de jugar en varias posiciones de ataque, ya sea en banda o como de falso 9. Pero si algo hace que veamos a Rafinha como una clara opción de jugador número 12, es que su polivalencia le sitúa en las mismas circunstancias en el centro del campo, donde parece erigirse como primera opción para dar aire a Iniesta.

La primera temporada de Rafinha en el primer equipo blaugrana fue muy irregular, tras ser jugador revelación en el Celta con Luis Enrique, en su regreso al Barça con el técnico asturiano se depositaron muchas esperanzas en él, comenzó la temporada como titular, pero una lesión le apartó del once y a partir de ese momento la poca continuidad y las lesiones dejaron una sensación agridulce respecto a su estreno como jugador de la primera plantilla culé.

Si el hijo de Mazinho quiere consagrarse como una apuesta de presente y futuro para el Barça, tiene una oportunidad única, la irregularidad será su principal caballo de batalla, si vemos más a menudo al Rafinha de Tbilisi, tendrá mucho ganado.